Esta tarde en el tren -ese remanso de paz en el que viajo luego de todo un día tratando de enseñar- leía tranquilamente unas páginas de mi querido Charles Bukowski cuando inconspicuamente me asaltó una pregunta desde el asiento trasero (supongo que tengo una de esas caras a las que preguntarles):
- ¿Has aceptado al señor como tu salvador?
Claramente conciente de la dirección que tomaría la conversación sin importar la contestación que diera -oliendo, animalescamente, la evangelizada sangre fanática- decidí contestar algo parecido a:
- Seguro, pero no voy a ninguna iglesia porque sucede una de dos cosas, o me toman el pelo con temas como el Código DaVinci o intentan tomarme el dinero, y Yo prefiero vivir mi vocación desde un lugar particular.
Supuse entonces que vendría una de dos, o el fastidioso tema de la comunidad o la biblia; aguardé respuesta (riposta, como suelen hacer esa gente). Claro, mi error no se hizo patente hasta después que comenzó la perorata de la biblia. Ya un poco malhumorado -porque intento tranquilizarme desde la amenza del doctor García con las pastillas-, le dije:
-Mire, señora, ya he leído la biblia completa, from Genesis to Revelations
Entonces la furia fanática comenzó a salir de aquella garganta como las mil maldiciones del infierno de Juan, como los dragones del Armagedón y las agresiones verbales de un pastor impertinente e ignorante en una iglesia de pueblo chiquito. Había cometido un error y por mi impertinencia había condenado al resto de los pasajeros en el vagón.
La doña continuó las vociferaciones, condenando a diestra y siniestra, afirmándonos que seríamos olvidados por la gracia de su dios cuando llegara el gran día del rapto si no caminábamos con ella hacia su templo y nos convertíamos.
Por fortuna dijo que vivía en Guaynabo, su parada estaría cerca, mejor me quedaba callado, orando porque no hubieran contratiempos ferroviarios y la señora aquella finalmente nos dejara a los pasajeros, a Bukowski y a mí en paz.
Finalmente llegó la parada, los expresivos aleluyas se fueron alejando velozmente, como si el diablo andara detrás de ella para arrancarle el alma; respiré aliviado. Sólo por precaución giré la cabeza para cerciorarme que no quedó vestigio de la fan del pastor. Entonces me encontré con la sonriente cara de un abuelito que me miraba.
-¡Dios mío, yo pensé que nunca se callaría! -exclamó el viejito.
Respiré y lancé al aire una carcajada de contentura, quizás contento por poder reanudar la lectura y le dije:
-Y eso, que usted sólo recibió medio posillo. Sólo medio posillo.
I would have mourned my loss of life"
- Ota Dokan
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3 observaciones:
Amigo:
Me gusta el tono de tu escrito.
Esa gente cuando dicen joder lo hacen con velocidad y en nombre de Dios. Lo que sí te digo es que la doña se te acercó por la cara que tienes, que no es precisamente la de que no rompes un plato, ya conoces mi teoría al respecto.Así que sabes que ese fue uno de los muchos acercamientos de fanáticas que tendrás a lo largo de tu vida.
Besos
Hola!! Pasaba por tu blog, he leído escritos, noticias comentadas y otros textos excelentes.
Este, me encantó, desgraciadamente seguiremos pasando por lo mismo con frecuencia... Están en todas partes y nos acechan con la biblia bajo el brazo...
Saludos!!!
Muy divertido.
Emilio
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