Náyade. Una reflexión pos-lectura por Mario R. Cancel

Mario Cancel publica en sus Lugares Imaginarios una nota sobre Náyade.

Valentine, Jorge Ariel. Náyade. Carolina: Terranova, 2009. 141 págs.


Matías Rodríguez, el personaje central de esta novela, es un ser irracional que vive acorde con sus instintos y sus sentidos animales. El ser distópico paradigmático de la era del mercado global, aquel que Zygmunt Bauman codificó bajo la celebra frase “nacido para consumir”, encuentra en el Matías de Valentine una expresión extraordinaria.


Pero lo que Matías consume es sexo fugaz, una fuente de placer inmediato y gratuito. La metáfora de serial killer o asesino serial, el que mata como un mero gesto de poder a la caza del placer, se traduce en la figura del serial lover o amante serial. Esa es una de las novedades de Náyade, sin duda. La figura literaria del siglo, es el protagonista de esta narración: el consumidor hedonista serial que desprecia la vida o la integridad del otro en aras de suplir sus necesidades peculiares. Matías funciona como un dios imperfecto o un demiurgo que se sigue jactando de un poder que no posee.


La reiteración del papel de los “olores” en la percepción de Matías parece una parodia de la función de ese sentido al Marcel Proust de Por el camino de Swan, por ejemplo. El lector no alcanza a determinar cuál es el sentido que más conecta a Matías con el mundo: si la visión que domina al mirón furtivo, o el olfato de quien se ubica en el mundo como un sabueso.


El amor por Cibel tiene que ver con olor indefinido (19) que remite a un estado de incertidumbre; Jennifer, la chica culta huele “a ella misma” (67); lo que espanta a Matías del aposento de la puta cubana Lucrecia es el asco y la pestilencia (58-59); yal cabo, solo la superación de esa sensación de náusea, le permite dejarse hacer el amor por ella (130-132). Lucrecia funciona como la madre que él siempre añoró tener, libre de prejuicios éticos, expresiva sexualmente, resuelta en el erotismo.


Esta es una novela circular en la que, en cierto modo, no ocurre nada. Toda la lectura se ocupa de la reflexión de Matías tras la llamada de Cibel durante la emblemática noche de los muertos y las brujas (14). Con ello todo está dicho: el discurso misógino pero dependiente de Matías ha echado sus bases. Al final el lector retorna a la nota de Cibel: “Aun año de hoy hablaremos aquí. C.”


La derrota de Matías es total, Cibel ha sido seducida o se ha dejado seducir por la sensualidad de Estela. En cierto modo esta mujer ocupa el lugar de la madre que tanto Matías como Cibel añoran. Ella posee los elementos erótico-maternales que los dos seducido nunca encontraron en su mama.


Matías es una víctima que se transforma en victimario. Valentine parece sugerir que la responsabilidad sobre su actos recae el los prejuicios sociales. Lo mismo puede decirse de Cibel. El afán de explicar su comportamiento sexual sobre la lógica de las patologías de la infancia, hace de Náyade un texto interesante y fácil de leer.



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"Had I known I was dead
I would have mourned my loss of life"

- Ota Dokan

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