Tuve que levantarme como pude; con todo y los efectos secundarios del síndrome "Ramito", que incluye: comer pasteles, lechón, arroz con gandures y beber ron; comer morcillas y el consabido de'tó. Tuve también que tragar grueso gracias al dolor en las manos porque no soportaba el tremebundo punzón por culpa del bongó mal calibrado de Benjamín.
Supongo que a Camila le pareció otra mañana común y corriente; no así para Lou. Ella me apuró para preparar la cámara fotográfica y mi sonrisa de papá reventado por la alegría navideña (nada más distante de la verdad, gracias a la resaca). Supuse que la prisa y el ánimo se debía al Síndrome de Mamá Fiebrúa; por eso también la gastadera de dinero en regalos que quise predecir como inútiles. Incluso, en broma, me atreví añadir la noche antes: "ya recogí la caja vacía de navidad para Camila."
¡Error!
Así adelanté la incomodidad y la cara larga de todo el 24. Pero, bueno...
Ya listo, cámara en mano, aguardaba el momento en que Camila sonriera sorprendida con la clase e' computadora que la madre le compró en una tienda de juguetes educativos.
Y ahí estuvimos, mientras Camila desgarraba las envolturas, halaba las cintas e hizo a un lado los envoltorios; y corrió y corrió y corrió con ellos hasta su silloncito para ya no volver a tocar la computadora que su madre, con tanta fiebre le regaló.
Pregunté por la caja (la que me ofrecí a recoger noches antes del despósito detrás del _Mart)... me fue peor; la foto del encabezado es lo único que sobrevive al día de Navidad y la sorpresa de la niña al tirar del papel impreso. Eso y estas letras desde el márgen fuera del hogar pues en casa, de esa fecha, ya no se habla.
Como sea, mi corazón te pertenece, Cacarabia
1 observaciones:
Definitivamente las cajas vacias son el mejor juguete para un bebe. Te lo dice alguien que paso por eso 3 veces...
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