(Billinghurst, Deutschland)
Capote, Truman. A sangre fría. Colección Millenium; El Mundo Unidad Editorial. Traducción de Fernando Rodríguez. 1999. 318 páginas.
Si bien podríamos contar la historia detrás de la novela de 1965, A sangre fría, como una densa historia detectivesca, la realidad es que Truman Capote no sólo se limitó a informar los hechos de aquella fatal madrugada del 15 de noviembre de 1959; Truman, siendo el extraordinario narrador que era, nos envuelve en la red narrativa que construyó en su ópera magna, tocando los perfiles sicológicos de los personajes, rellenando los espacios vacíos que quizá nunca hubieran quedado llenos de no haber sido por su iniciativa investigativa, convirtiendo la triste historia de los Clutter en una narración interesante con multiplicidad de voces, puntos de vista y focos de acción.
En 1959, luego de leer la trágica noticia en la edición del 16 de noviembre de 1959 del New York Times, Truman Capote –el brillante chico de mirada lánguida y voz de niño-, propuso a The New Yorker relatar los acontecimientos de aquel crimen desde el lugar de los hechos. “Y así comienza (de acuerdo con Clara Sánchez en su prólogo a la obra), una de las aventuras más fascinantes de la narrativa contemporánea”. Un viaje que se inicia en 1959 y culmina en 1965. “Seis años de acumulación de conocimiento sobre la naturaleza humana que lo dejaron marcado por el resto de su vida”. Muchos críticos afirman que Capote inventa el genero conocido como "ficción real" con la escritura de esta novela, y aunque otros podrían argumentar lo contrario, la realidad sobre la frescura y atemporalidad del texto es innegable. Basando su narración ficticia en hechos reales, el controvertible autor, trastoca el fundamento básico del periodismo, "literaturizándolo".
Con la ayuda de su amiga Harper Lee (Matar a un ruiseñor), el autor se adentró en las vidas trastocadas por la violencia en las localidades de Holcomb y Garden City Kansas luego de la masacre de la familia Clutter. Truman ya había dado pasos significativos en el mundo literario con “Otras voces, otros ámbitos” y el clásico “Desayuno en Tiffany’s”, historias que utilizó para exorcizar sus demonios interiores, sus miedos, curiosidades y dudas, sin embargo, con “A sangre fría”, Capote pone a prueba y al servicio de la literatura todas sus capacidades como periodista. Y es precisamente en esa fina línea entre lo real y lo ficticio donde yace lo extraordinario del texto: Truman Capote caracteriza espléndidamente a personajes que nunca conoció, presenta a los asesinos como víctimas del azar y las circunstancias hasta el extremo de que llegamos a enternecernos con Perry Edwards y Dick Hickock, aclara e informa datos con precisión periodística, nos amarra con las múltiples voces que narran la historia.
Producto de una era de cambios entre la generaciones literarias, pues es desde 1959 hasta 1965 que escribe (como negándose a ser Beatnik o ser Jones), Capote busca distanciarse de sus contemporáneos utilizando además de su excéntrica personalidad, recursos innovadores en su prosa, como el hecho de mezclar la literatura y el periodismo, técnica narrativa a la que no recurren otros escritores de su propia generación.
Debido a su interesante trama, su fluidez narrativa y la gran caracterización que en el texto se encuentran, definitivamente, A sangre fría, es uno de eso ineludibles clásicos que hay que leer.
Ernesto Darién
21 de marzo de 2006
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