No
todos los recesos forzados resultan inconvenientes; el mío ha sido uno bastante
largo pero iluminador. En cierto sentido, me he encontrado con un yo que
frecuentaba poco, uno menos preocupado con las cosas por hacer; insistir
en sublimarse eternamente consume y destruye. La sabática autoimpuesta me ha
vuelto más interesado en redescubrir; introspección, le llaman. Durante este
periodo dejé a un lado la literatura; termino estudios doctorales en mi otra pasión,
la educación; me fui de casa y regresé; restituí relaciones con seres
importantes para mí; y he vuelto a leer libros que me interesan, no los
impuestos.
Intenté
escribir y no pude; hasta hace poco.
Regreso
con una perspectiva distinta al oficio, que a fin de cuentas es un ángulo
distinto a uno mismo y las formas sutiles de la iluminación; hay otras cosas para contar. El viaje ha sido curioso.
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