(Fuente: http://www.elnuevodia.com/ochoejemplosdeingeniolegislativo-1004264.html)
Más que agentes de cambio o ingeniosos forjadores de un legado, los legisladores de Puerto Rico (y en este caso generalizar no presenta ningún sesgo de prejuicio) parecen los "creativos" de una muy mala agencia de publicidad y relaciones públicas; lo atestiguan las más recientes proyectos de la Cámara y el Senado con la finalidad de sabe Dios qué.
Tome por ejemplo el P de C 511 para "establecer un programa de batuteras y porrismo bajo la dirección del Secretario de Educación". ¿En serio? ¿EN SERIO? ¿Endilgarle otra responsabilidad a una agencia ¿que opera con uno de los peores niveles de burocracia en el país; que carece de recursos para atender de manera asertiva a la población de educación especial y varios títulos; una agencia cuyo cambio constante de marco curricular tiene más versiones que una canción de Tito el Bambino? ¿En serio?
O, qué tal el flamante proyecto 930 que busca declarar octubre como el "Mes del envolvimiento familiar" ¿WTF? ¿Envolvimiento? ¿En serio, Sra. Vázquez? ¿ENVOLVIMIENTO? Con razón está empeñada usted en cazar tesoros… Lo cierto es que hay sueños imposibles, y estas iniciativas representan los sueños bucólicos del enajenado; existe en su lenguaje una aspiración poética por un país que no tenemos; legislación que no necesitamos. Dígame si la paz en Puerto Rico puede lograrse con tan solo sacar una barita mágica, declarar un mes de paz y ¡presto! Pax in terris. Por cierto, me refiero al P del S 1520, de la autoría de Itzamar Peña.
Corey Booker, alcalde de la ciudad de Newark (reconocido como uno de las 100 personas más influyentes en política pública mundial) recientemente contaba que los grandes proyectos sociales no se tratan de "proponer cosas grandes", sino de continuar trabajando con lo que hay que hacer. En arroz y habichuelas, hay que enfocarse en el peñón justo en medio de la habitación porque, ignorarlo solo lo hace más evidente para el que entra.
¿Por qué no vemos proyecto alguno para reducir gastos alegres, dietas, sueldos o abaratar costos operacionales en el Capitolio? Compi, el orden comienza por la casa, ¿no? El simulacro no deja de ser solo eso, AGUAJE, cuando se piensa dentro de la caja y no existe verdadera voluntad de trabajar con el cambio. Pero ese proceso es cuesta arriba, particularmente cuando solo se piensa en paliativos y medicinas pacotillas. Creo que pido demasiado. Después de todo, no existe proyecto alguno a favor del pensamiento crítico, el enrollarse las mangas para ver qué necesita de veras el país, mucho menos un proyecto para meterme como legislador las manos al bolsillo y aceptar el hecho de que habitar un palacio de mármol no me hace ni más inteligente, ni más poderoso que el puertorriqueño de camino. Pero como digo, para eso hay que hacerse las preguntas difíciles, y aquí nadie tiene el temple.
La medida honesta de nuestra valía no es otra cosa que nuestro trabajo y el suyo queda inscrito para la historia.
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