Sabática…

Es evidente que el 2010 fue un año sabático para La Caja de Cartón; como tal, ha cumplido su propósito. Desde inicio de estudios doctorales, pasando por empleo nuevo, hasta llegar a este frío diciembre que luce distinto desde el punto en el que reflexiono y no existen quejas, la primera decena del milenio culmina con destellos y bríos nuevos; después de todo, así son los inicios. Digo, algunos.

Hace diez años, en secreto para que mi madre no se fuese a defraudar (creía que yo era oficial de recursos humanos), trabajaba como secretario contestando llamadas desde un vagón colindante a uno de los tanques de la CAPECO; en ese año 2000, me hubiesen visto flacucho y lleno de una rabia inusitada y poco controlada que a veces compartía. Odiaba mis circunstancias. Dos años después, la vida me cambió; perfilé un proyecto.

Hace cinco años, tomé la decisión de cambiar de carrera, leí muchos libros más y comencé a trabajar en los propios. Uno de esos textos consiguió contrato y nació mi primer libro. La historia es un truco de sombras y luces, así es como recientemente pierdo muchas de las horas invertidas en tramas y párrafos, e incluso unas ochenta páginas de una novela de la que no recuerdo mucho. Llevaba casi dos años sin escribir con regularidad y sentido; Náyade sólo me dejó ruido y una terrible inseguridad para terminar algo coherente y maduro en temas literarios. No obstante, es curioso que después de la muerte de mis archivos digitales reciba hoy la doble noticia de que, "El solo del Palace", uno de esos cuentos perdidos en mi hard-drive, vive hoy en la memoria eterna de la red cibernética; y, que el PEN Club ha nominado a Náyade al Premio Novela del Año 2009.

A veces la realidad me suena a vida prestada sin punto lógico de transferencia natural. En algún lugar, el intercambio genuino de palabras, el tiempo para respirar, o quizás ese apretón de manos, o el detalle de alientos encontrados entre dos personas (muy a lo Wish you were here de Pink Floyd visto aquí  http://rockinandblogin.com/wp-content/uploads/2010/12/wish-you-were-here.jpg) se ha convertido en un código binario sin calor u olor peculiar que solo revive cuando el trabajo recibe mención. Sin embargo, hay tanto más que pasa desapercibido… tardes de sueño frente al televisor, el olor de comida caliente y la sonrisa de la mañana.

El 2010, a pesar de todo lo que no se dice, le pertenece a mis amores, al igual que los éxitos y esfuerzos validados, para nada ha sido tiempo perdido. Tal vez, esta Caja no contenga mucho documentado para el último año de la primera década del milenio, pero no importa, cada minuto se ha invertido bien y por eso sonrío.

 Ahora, pónganse a leer, http://www.destiempos.com/n27/valentine.htm y compren la novela, www.terranovaeditores.com, antes de que el tiempo se agote… de eso uno nunca sabe.


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"Had I known I was dead
I would have mourned my loss of life"

- Ota Dokan

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