Publicado el martes 6 de abril.
El Nuevo Día.
La intimidad del otro nos embelesa y entretiene. Por eso, cuando nos reveló su secreto reaccionamos con efervescencia. Nadie lo esperaba en Semana Santa, sin embargo todos tuvieron algo que decir. Se aprovechó la ocasión para mostrar “sus respetos” porque, esta confesión abre el camino a miles de interpretaciones convenientes sobre el significado de la mítica salida del clóset.
Liberado a través de un comunicado de prensa, la confesión se presta para mucho más que liberarse; en el caso de Ricky Martin, su verdad redimirá a unos mientras otros la combaten, ya que descubrir datos escondidos es provocar.
Por más que se niegue, socialmente somos ejercicio de nuestro género y cuando el resto no puede catalogarnos, lo preocupamos. El secreto íntimo es peligroso por todo lo que dice o deja de decir, por eso, esta epifanía del “astro boricua” es un puñetazo directo a la cara de todo un pueblo. Con ella, Ricky ha cuestionado la hegemonía del macho común.
Saber que es gay provoca reacciones porque, de un modo u otro, todos intimamos con él. Al comprar sus discos, asistir a sus conciertos o al tocar su mano mientras caminaba por el centro comercial, ansiamos su cercanía, comprendimos sus letras, vivimos la sensualidad de sus gestos y se nos metió en el corazón sin género.
Ahora que confirmamos la veracidad de la sospecha, sentimos vergüenza por auspiciar que nuestros hijos lo imitaran; ahora el chiqui-bom-bom huele a plumero. La lucha de nuestros héroes se fragua en la privacidad de sus vidas, no en la medida del trabajo realizado. Por eso no me asombraría una quema de discos al estilo Berlín 1933. Habrá que censurar la osadía de cantarse homosexual en una isla de “machos probaos”.
Sin embargo, antes de salir a lo loco, no debemos perder de perspectiva la parte del “marketing”. El hecho de que lo escandaloso signifique la posibilidad de platino y “best-sellers” debe dar seña. Los ejemplos nos sobran: niños colgando de un balcón, “fellatio” en “handhelds”, todo marcado con el “branding” “Thought en Hollywood”.
Desde que recuerdo Ricky ha sabido mercadearse como marca y es justo eso, lo que no debe evadirnos al analizar su epifanía. De otro modo, ya estaría olvidado como tantos. Pero sólo la historia podrá absolver su valentía u osadía: el futuro contará qué fue de él y de nosotros.
por
Jorge Ariel Valentine
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