Caballota y potra, muñeca y objetos punzantes


Hay algo andrógino en el discurso de Ivy Queen; sí, una porción de lo que dice transita entre aquello que alega como mujer y eso otro que espepita como hombre. Aclaro, aunque la observación es muy mía, la alegación de esto es muy, muy de ella. Sus entrevistas están llenas de su jerga despechugada y sus ademanes raros. Percibo que La Potra, La caballota, La Diva (apelativos perpetuados por ella misma), discurre entre lo que defiende y alega como mujer producto del farandulerismo, versus, lo que, como ella misma alega, dice como “otro macho dentro del género”.



Llámeme purista, pero sigo muy claro en mi idea de cómo debe proyectarse un individuo (sea presidente de la cámara o cantante de reggaetón): tal cual es, aunque haya cosas que jamás entendamos.


El detalle con el discurso de Ivy, eso que me llama mucho la atención, es su insistencia en transitar entre ambos mundos: el glamoroso y aguerrido mundo de las “divas” hispanas de univisión (neutrales y genéricas por demás), y el otro mundo, el subcultural precinto en el que hay que “matalse en la raya” como todo un reggaetonero de fondo y tradición underground.


Comprendiendo que existe ya un estilo dentro del género –macharrán y bastante ‘gangsteril’- Ivy pretende registrar una marca que discurre entre lo chic y lo callejero para así subsistir ecuánimemente entre el resto de los hombre que rigen la industria discográfica actual. Utilizando la animalización, esta cantante no provoca en mí atemperar lo triste del discurso que usa al servicio de la igualdad de género. Me parece que esta mujer necesita ser potra de un establo lleno de chongos y caballos de paseo, diva de una constelación sin divinidad y caballota de un estilo hiperbolizado y ya bastante fuera de sintonía para poder tener pertinencia como artista.

Escucharla me provoca una disonancia lastimera en detrimento de lo que representa como persona, independiente y segura de lo que hace. Pero de seguro ella dirá que es así, y como es así, así se quedará…


Claro, este “género” está plagado de fenomenología de inseguridad generalizada y con untarle el aliciente de glamour y elegancia, Ivy parece curarse en salud reafirmándose como mujer entre mujeres; representante de todo un mundo.


Ahora, para coronar la disparidad de este interesante personaje, saldrá al mercado una muñeca –figura de acción, digo yo- que tendrá todas las cualidades de la verdadera: uñas extra large, vestido de lentejuelas y hasta los tatuajes. ¿Qué piensa Ivy de todo esto? Beats me! Lo que sí es seguro: habrá que tener cuidado con el producto final, esas uñas en las manos de un niño pueden sacar ojos, y esos los quiero intactos para nunca, nunca dejar de sorprenderme.


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"Had I known I was dead
I would have mourned my loss of life"

- Ota Dokan

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