Yo, Mesias (I, Messiah)

Entrega especial para la revista "Enfoque"

Observaba con detenimiento un espacio de humor en las páginas de un periódico local; contrapuestos yacían el neo-cristo este de Ponce y “Pete” Roselló. El encabezado proponía una curiosa interrogante: ¿habrá cabida para tanto Mesías en esta isla?
La pregunta u ofende o te mata de la risa (yo prefiero reírme hasta llorar de pena).
Cualquier individuo sensato no puede más que optar por observar con lástima la presente situación, no sólo espiritual, sino la política también. Brillantemente, el artista gráfico que organizó esta composición, nos ha encarado con dos de los cuestionamientos patentes en nuestro país, y por qué no, en el mundo.

Tómese primero la figura del millonario José De Jesús. Realmente no puedo comprender cómo tildamos a este individuo de oportunista y enviado del diablo sólo porque tiene dinero, porque ha utilizado todos sus recursos para coronarse príncipe entre tontos, porque se le ocurrió montar una Iglesia (a la que llama gobierno de Dios); porque quiere convencer a sus seguidores y detractores de que no existe el pecado, y además porque busca proveer una visión alentadora sobre su dios, dándole un nuevo “look” moderno y menos prepotente.

¿Puede culpársele de “Enemigo de los valores establecidos” cuando la Iglesia Católica hizo lo mismo con el paganismo romano, y el Protestantismo hizo lo mismo con lo Católico, y el “New Age” busca hacerle lo mismo a sus dos arcaicos hermanos mayores místicos?

Ahora figúrese esto: no nos es posible perdonar a este iluso y autoproclamado gobernante del reino de Dios en la tierra, pero disculpamos la “irreverencia” de Pete Rossello, únicamente porque a Pete lo denominó su pueblo como Mesías, mientras a Jesucristo Hombre lo proclama como tal su voz interior.

¿No es acaso para desternillarse de la risa o llorar con lo estúpido que estamos siendo algunos?
Estos dos hombres, por más distintos y mesiánicos que se vean, son parte de un Absoluto (bendecido sea el maestro Hegel). Han pasado a ser, igual que muchos otros en tiempos anteriores, símbolos de la modernidad en declive; faros de dudosa luz en un mar de tinieblas y monstruos terribles como los son la educación a cualquier nivel, el bienestar social, la libertad financiera, la moralidad democrática y la salud espiritual.

No podemos tildarlos de locos, de inmorales, de herejes o enviados del demonio; no, cuando han visto la oportunidad de ser todo lo que han querido en un mundo sustentado en economías tipo “World Wide Web”, que provee los recursos para llegar al extremo que sea necesario con tal de ser el Rey.

Si tan sólo tildásemos a uno de los dos, o a todos los que en el mundo -tal como ellos- han tenido la gran idea de creerse Dios; la lista de crucificados sería tan larga como la de imbéciles que siguen al pastor sin preguntar ¿A dónde me llevas?

¿Hay cabida para tanto Mesías? Supongo que hay tanta cabida, como almas y mentes vacías viviendo en la isla. La pregunta debería ser otra… pero esa, no es a Ernesto Darién a quien le toca.