Invader en representacion de la cultura

No existe un tiempo en mi memoria, en el que no se haya hablado de José Huertas; el ser que, desde un lugar recóndito del planeta, entraba con su puño vendado a repartir “chicotazos” y “bofetás” a to fuete. Aún recuerdo las tardes del sábado, observando con curioso fanatismo la magna cartelera de “La Capitol”; mi tío temblando de emoción con cada “contralona” mientras mi abuela bebía café y se reía con los gestos y ademanes del Invader.

Siempre fue un luchador de “cojones bien puestos”: cada sábado prometía luchar hasta que no quedara una sola gota de sangre en su cuerpo; garantizaba que, esa misma noche, en la cancha bajo techo de cualquier lugar, le partiría la madre a su contrincante; juraba que la corrrrea de campeón sería suya. Aun en muletas, con su camisita “Dile no a las drogas” llena de sangre, sometía a los más rudos. Sus entrevistas terminaban con el salpicón salivario que indicaba la gravedad de su pasión por la riña y su compromiso con la fanaticada… El Invader era un luchador inmisericorde. ¿Se lo imaginan en casa?

Supongo que, al igual que yo, muchos otros cargan con el lastre de saber quién es el Invader #1 (porque hay unos cuantos, sabe). Afortunadamente, a diferencia de mi tío, ya me he convencido de que es otro de esos personajes que la subcultura pare, y nada aportan al mejoramiento de lo que muchos nos esforzamos por modificar.

Y ahora sale otro mojigato legislador y utiliza nuestro dinero para homenajear, nada más y nada menos que, al Invader #1 y su puño vendado. ¿Qué carajo es eso? Un hombre cuyo mérito es el de haberse coronado campeón (de todo menos universal, que ese le pertenece a Carlitos Colón). Un individuo que, al preguntársele, cuál es el momento más feliz de su vida, sólo puede responder:

"Mi mejor momento fue cuando luché contra Chicky Starr en el 1986, donde si yo lo derrotaba, él perdía la cabellera y si yo perdía, tenía que retirarme. Tuve la suerte de ganarle y afeitarle…” *

Por otro lado, cómo se atreven a convertirse en vocales de la paz (me refiero al legislador y al luchador, que en poco se diferencian) cuando ninguno de los dos son precisamente dechados de virtud. En su discurso de aceptación, Huertas dijo: “Yo no fomento la violencia”. Y si de eso no se trata la lucha libre, entonces de qué estamos hablando. ¿En qué mundo vive este espécimen? Ah carajo, se me olvida que él no es de este planeta… es el Invader.

Ahí lo dejo. No sin antes decir que, debemos analizar concienzudamente lo que dejamos que otros cataloguen como baluartes de la sociedad. Si continua esta manipulación estrafalaria y sin sentido que tiene el supuesto liderato del país, no se asombre cuando lo cojan en la calle, lo pongan en la figura 4 y le empujen una “suplex” antes de plancharlo 1-2-3, en nombre de la cultura. Poco falta.


Referencia bibliográfica:
* http://www.primerahora.com/noticia.asp?guid=8AF1D781751A447591D63484BBDE99A3