A Yolanda Arroyo Pizarro


En estos días parece ya tan sencillo el hecho de morirse o matar, que debería espantarnos la tranquila actitud de aceptación que asumimos al encontrarnos con la muerte de frente. A no ser que sea tu madre o padre, cuyas existencias parecen propias, no se comprende la compleja reacción de congoja.

Al encontrarme frente al féretro gélido de Cecilia no pude llorar, lo acepto. Supongo que ya no me espantaba tanto la muerte, porque no era la mía, sino otra; la muerte fantasiosa, la muerte poética, la muerte de asco o amor, la muerte soñada, la despedida de alivio; la muerte observada desde el empaque de celuloide en el que vivimos todos porque la modernidad nos forzó a no aceptarla como verdadera.

Hoy, morirse o matar es la misma cosa cuando no se es quien se muere –es cierto-; no obstante, creo que debería ser lo contrario. Nuestras muertes deberían estar unidas; para sufrirlas, para descubrirlas y celebrar nuestras sonrisas al sol mientras se está vivo.

Amiga, mi comprensión de las cosas no conoce las medidas de tu corazón. Pero si de algo sirve, puedo hacer tu llanto el mío. Porque, aun cuando desconozco esa muerte que vives, tu sonrisa me recuerda que son torcidos los renglones del mundo, y el cerco que nos une el mismo.


2 observaciones:

marli said...

es hermoso lo que escribes y tienes razon, se vive ya tan de prisa que no pensamos en que en algun momento nos tocará, y tampoco estamos preparados para cuando llegue no importando el bando en que estemos si para nosotros o para nuestros seres queridos o aquellas personas que nos rodean. No importa si es muerte fisica o nop es dificil sentir que esta cerca, pero es bueno cuando hay un hombro en el cual encontramos apoyo y decanso para llorar.

Jorge A. Vega said...

Saben que... no hay peor muerte que la que se vive... Vivir sin propósito, metas, esperanzas, luchas es la peor muerte que existe. A veces muere alguien de la familia y nos sorprendemos porque no lloramos, e inconcientemente nos convertimos en paños de lágrimas de otros. Eso ocurre cuando sabemos que la persona que murió estaba VIVA y deja en nosotros un pedazo de su vida. Yo quisiera morir luego de poder dejar un pedazo de mi en todos los que me conocieron. Los sicólogos dicen que hay que llevar un proceso de despedida para que no nos quedemos con culpa. ¿Despedida para qué? A mi que me hagan una fiesta y celebren todo lo que compartieron conmigo y valoren lo que he dejado en ustedes. No pensemos en que pronto nos toca... pensemos que tenemos que vivir para cuando nos toque morir en paz.....







"Had I known I was dead
I would have mourned my loss of life"

- Ota Dokan

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