Madonna y sus forty seven
Il y a des choses qui peuvent toujours encore m'étonner
Mi deber, mejor dicho, mi obligación como un verdadero producto de la era de los ochenta (asunto que de por si me pone los pelos de punta), es felicitar a Madonna en su cumpleaños número cuarenta y siete. Sí, la “diva” (palabra que no figura en el diccionario que utilizo) tiene cuarenta y siete años de edad, y no conforme con eso –pues ya ha probado ser una mujer hecha y derecha-, aún tiene el cuerpo para respaldar lo que se proponga (supongo). Madonna ha demostrado ser una sobreviviente, pero más aún, ha permanecido en el ojo colectivo sin importar cuan bueno o malo sean sus discos o sus películas (que están como para tirarse a la basura). No vaya a pensar que súbitamente este autor se ha vuelto sexista o misógino, y ande fijándome nada más que en mujeres y sus atributos físicos (¿se me puede culpar?). Quizá todo este exabrupto se deba a la edad –la mía, no la de la Madonna-, o muy probablemente a eso del oído ecléctico y el desinterés en la música que me encuentro padeciendo últimamente, y que como consecuencia trae el mal del hombre ligón… lo ignoro, pero la verdad es que a Madonna le queda muy bien el leotardo color rosa y el cabello a lo Farrah Fawcet (o como se escriba), quien tampoco está tan mal para la edad que carga.
Lo curioso estriba en que nunca me gustó su música, y mucho menos su propuesta de chica “material” o como sea que se denominaba, mucho menos me atrajeron aquellos conos puntiagudos con los que vino a la isla a pasarse la bandera por allá; en realidad, la Madonna nunca fue santa de mi devoción, pero algo me ha cautivado al extremo de levantarme a las dos de la mañana a escribir esta divagación sobre una absurda atracción por una mujer de cuarenta y siete años que se contonea en el televisor como si no existiera mañana.
Pido mis disculpas por parecer un perrito amarrado enloquecido por el celo de la vecina, pero no hallo la manera de tratar a Madonna con objetividad. Tuve que comprar el disco (lo admito, je suis victime du capitalisme), y está muy bien para ser Madonna y no Eric Satie. Como es de esperarse la combinación de tecnología y arduo trabajo de estudio nos ofrecen una experiencia auditiva satisfactoria -mis loas a la producción y al buen trabajo de los colaboradores-, pero vamos a hablar sinceramente, ¿alguien se ha fijado en lo firme que se ve la artista? Y me refiero a la convicción con la que se presenta en su más reciente vídeo; la cosa es para asustarse.
Tenías razón Meche, a esta edad, una mujer de cuarenta y tantos no me parece que sea vieja, au contraire, me resulta una edad sensacional. En hora buena, Ernesto ha aprendido una lección, esta vez gracias a otra de esas criaturas inimaginables del reino de este mundo.
2 observaciones:
Ernesto-
Se te quedó el punto donde te dije: después de Eric Satie. Si no, no se entiende. =)
Vi el vídeo de Madonna, y me impresionó enormemente. Creí que era un vídeo retro. Obviamente, sería la chica material de cualquier expectador de la belleza.
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