Un aspaviento a la ignominia. Por aquello de escribir y no perder la costumbre de lanzar piedras al viento

Comprendo bien que últimamente no me he mantenido escribiendo todo lo que quiero, aun cuando me he mantenido queriendo todo lo que he escrito. Es una de esas dicotomías con las que hay que vivir y trabajar. Quizás, Coquito y yo, no somos tan distintos. En ambos, el bien y el mal conviven, sin brindar una fotografía clara sobre nuestros propósitos. Personalmente, me siento más cómodo con ese tipo de individuos.
Claro, que cuando se refiere a cuentos de camino e historias pedestres que alguien le dijo a alguien que le dijo alguien, todos nos convertimos en seres extraños y fantásticos. Yo espero el día en el que el público se trague, sin remilgos, lo que escribo; supongo que Coquito también quiso algo similar; según me contaron, soñaba con una cooperativa de tiradores y no sé que otro cuento. Donde nos diferenciamos, es cuando yo no obligo ni empujo por ojo, boca y nariz mi trabajo.
Pensándolo bien, con el poco tiempo que tengo disponible para pensar... es obvio que, de una forma u otra, siempre llegamos a creernos el falso mundo que nos pensamos. A propósito de eso, Silverio, por favor no me envíes más correos diciéndome sobre tus figuras poliformes para el éxito. Existimos aquellos que todavía nos consideramos suficiente para seguir con nuestra existencia, sin la necesidad de pagar $750 rectángulares para enderezar las curvaturas, que aleatoriamente, deben de continuar como son.

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"Had I known I was dead
I would have mourned my loss of life"

- Ota Dokan

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